¡Claro! Lo que me faltaba {Scorpius}

«Increíble, Rose. Querías un lugar tranquilo, mira aquí».
¡Qué asco de día! No, definitivamente no soy de las personas que viven lamentando su existencia, pero el día iba de mal en peor. Comenzando por el desayuno, en el cual había hecho un desastre épico con el cereal. Todo había terminado en mi impecable uniforme, logrando así que algunas personas me observaran con cierto desdén. Bastante incómodo si me lo preguntan. Después, en clase de historia de la magia, levanté la mano. Cuando dí mi respuesta, caí en cuenta de que había dicho la cosa mas estúpida del mundo. Oh sí, mi respuesta fué "Harry Potter tenía la cicatriz, esa que le hizo quién-usted-sabe, en el lado izquierdo de la frente". ERA EN EL DERECHO, joder. Pero lo peor es éste momento. Una pareja está en la biblioteca, haciendo ciertas "cosas". Tales me parecieron tan poco educadas que me vi obligada a salir de allí, sin investigar siquiera a que casa pertenecían y bajarles puntos, como prefecta que soy. Pero ¡hey! Ahora que menciono mi "cargo", recuerdo que tiene sus ventajas. Entre ellas está el baño exclusivo para nosotros. Camino hacia el lugar donde estoy segura que se encuentra éste, pero definitivamente sé que estoy equivocada. Para cuando logro dar con el lugar correcto, se me han quitado las ganas de quedarme allí por más de quince minutos. Decido acercarme al agua y sentarme en la orilla de azulejo. Finalmente me rindo y saco mis zapatos, acomodo mi uniforme de modo que no quede hecho sopa. Al menos, no más de lo que ya. El sentimiento de tranquilidad es demasiado agradable, y tomando en cuenta lo poco que había disfrutado los últimos días, puedo decir que estoy pasándola increíble con mi mente y mi reflejo. Comencé a pensar en mi hermano. Mi wannabe favorito, ¿dónde estaba metido? Seguramente haciendo de las suyas, como siempre. Como sea, sacudo mi cabeza, intentando dispersar los pensamientos emotivos que me invadirán. Tarareo una canción en mi mente, wow. Es una de las que le gustan a mamá, de esos muggles que se visten con prendas fosforecentes y sólo mencionan tres nombres en sus canciones. Fantástico el hecho de que aún así me encanten.

Después de mi momento de reflexión, venía el tiempo de diversión. Me levanté de dónde me encontraba, para ir a los cientos de llaves presentes, todos con una nueva escencia o color que soltar. Encontré burbujas azules, yeah. Dibujé una gran sonrisa en mi rostro y regresé a mi antiguo lugar. Cuando escuché un comentario poco agradable y, peor para mí, de Scorpius. Le reconocería en donde fuera -únicamente porque lo odio, nada más por eso-. «Deberías estar bañándote, recién terminaste el entrenamiento de quidditch». No, tampoco es que sepa su horario como la palma de mi mano. Es sólo que pertenece a un equipo enemigo al mío y sabía que hoy les tocaba tener el campo. 
Apenas terminó su comentario, rodé los ojos. Ouh god, de entre todos los prefectos que podían acceder al lugar, tenía que ser él quién viniera a hacer de mi día algo más míserable. ¿Qué clase de cosas pregunta?¿No se supone que es el más listo de los listos? Aún así, no sería tan maleducada como para no responderle. — Quería ir a la India a jugar matatena, pero terminé aquí—. Contesté en un tono aburrido, para que notara que no tenía ganas de hablar con su ego. Ok ya. Ésta no soy yo, ¡por favor! Rose Weasley es calificada como una chica estudiosa, pero también como la pelirroja que jamás quita la sonrisa de su rostro. Mientras Malfoy no esté presente, claro. Ahí todo se vuelve competencia. Desde que decidí tranquilizarme metiéndome al agua, mi cuerpo había comenzado a exigir un baño entero. Pero ahora llegaba el rubio a trabar mis planes. ¿Gritarle? Eso ya no era una opción, dado que en cada ocasión que lo hacía, solía acercarme demasiado. Y terminaba confundida, diciendo incoherencias. Por la seriedad de sus palabras, supe que no me quería allí. Pero llegué primero, asi que se aguanta. «Cabeza mía, cállate de una buena vez y no me hagas parecer una tonta». Eso. Levanté mi vista de la ahora azul y gran tina, para voltear mi cabeza y observarlo. Bad. «Increíble, guapo guapo guapo». no tenías que ser un genio para apreciar tal perfección. Los cabellos rubios pegados a su frente, esos ojazos azules que combinaban tanto con el agua. Sus labios, tan... besables. Volví mi cabeza tan rápido como antes, mientras sentía que mis mejillas se coloreaban. «Debería aprender un hechizo para dejar de ser tan patética». En cuestión de segundos, le había dado mil razones para reírse de por vida. Eso no podía ser bueno, no cuando él era ÉL. El maldito chico que aparecía en mis sueños noche tras noche, que me hacía pensar cosas raras. Era tan fácil odiarlo, pero a la vez... Tenia algo. Reclamaba mi atención con cada uno de sus movimientos.

Rodé los ojos con mucha pesadez y aburrimiento, si, si sabía por que estaba qui, solo pregunté por preguntar y hacer notar que su presencia me molestaba mucho y que quería estar solo - ¿Enserio?¿y no tienes ganas de irte para allá?, le harías un gran favor al baño y a mi quitar tu..."presencia" del lugar -dije como era de esperarse frío. Bien, tal vez no conseguiría que se fuera, después de todo ella había ganado el baño primero pero no por eso yo me daría la media vuelta y me marcharía lo que le haría era mucho mejor, le haría la vida imposible como siempre se la hacía cuando tenía la oportunidad de hacerlo, miré de reojo mi maleta que había dejado caer al suelo y la recogí poniéndola en una banca que estaba recargada en la pared del fondo, la abrí y saque una toalla de color verde como era obvio y la coloqué en el suelo para cuando saliera. Me acerqué a la gran tina , en la orilla me quite la playera mojada y deslice mi pantalón hasta deshacerme de el, quedé solamente en boxers y con una cadena de oro con una "S" colgando de mi cuello. Me acerqué a la orilla sin hacerle mucho caso. La chica Weasley me ahorró que abriera las llaves y esperara a que saliera el agua tibia, noté como me miraba por unos momentos y observé sus pómulos rojos, se estaba sonrojando, resistí en no lanzar una carcajada y seguí con lo mio, ¿de verdad podía ser tan patética?, a estas alturas tenía que saber que podía fastidiarla con cualquier cosa, ¿no lo sabía? ¿o simplemente no podía evitarlo?, si era la segunda pues que inútil e inepta era; cuando volteé a verla ahora yo, para encontrarme con su mirada, su mirada casi perfecta ya era tarde, me había dejado de ver, un poco decepcionado me lancé glacialmente a la tina y al emerger a la superficie sacudí mi cabello para poder mirar, ya que me tapaba la vista. Nadé hacia el otro extremo alejado de ella, me recargué en la pared cerrando los ojos y disfrutando del agua en mi cuerpo.

 Listo, me negaba a contestarle. Si seguia, perdería la cabeza. ¿Para qué? ¿A quien quiere impresionar? ¿Qué es lo que intenta haciendo eso? Estuviera tan bueno, pff. Concentré mis pensamientos en los deberes de Transformaciones, los cuales moría por finalizar. Terminando mi actividad actual, correría a hacerlos, para cumplir con mi ronda de prefecta y al fin a dormir. No es que lo necesitase, pero al día siguiente tendría muchas cosas que estudiar, aparte de un entrenamiento de Quidditch que seguro estaría atroz. Bufé con algo de enojo, al caer en la cuenta de mi error. Desgraciadamente, me había olvidado de la ropa extra. Eso significaba que terminaría haciendo lo que Scorpius quería: lléndome. Pero no soy tan complaciente. Después de varios minutos en silencio, me levanté de mi lugar y me dirigí a donde se suponía que los Gryffindors guardabamos nuestras pertenencias. Hace unos cuantos días había dejado allí un par de toallas extra, por si eran necesarias. Cual fué mi sopresa al encontrar un par de Jeans y una sudadera de un equipo de quidditch perteneciente a cierta personita llamada Mallorie. La rubia se había dejado sus cosas, y era una suerte que los Slytherin las hubiesen dejado en un estado presentable. Por más que las teníamos resguardadas con un hechizo, éstos eran capaces de encontrar forma de violarlo y "afectarnos". Como sea, la suerte ya estaba de mi lado. Si el rubio quería jugar, también yo podía ser parte activa de la travesura. Seguro que la chica Nott me habría prestado sus prendas de ver mi situación. Yo lo hubiera hecho. Regresé a la orilla de la enorme tina -si es que podía llamarse así, ya que, al menos para mí, tenía mucho parecido con una alberca muggle- y comencé a desvestirme de espaldas a mi único acompañante. Prenda por prenda, mi uniforme quedó en el suelo. Cuando terminé, ya tenía un organizado bulto, listo para cuando se me ocurriera irme. No, no llegaría a más que la ropa interior. Yo no era de esas chicas que saben ser provocativas, no tenía idea de que clase de reacciones tenían los chicos con éstas. Pero mi meta era acelerarle el pulso a aquél rubio con el que había roto contacto visual momentos antes. Y entonces, con un rápido movimiento, me lancé. Sentí el agua por todo mi cuerpo, vaya que era refrescante. Aunque la hubiese preferido helada, no estaba nada mal. Salí a la superficie, acomodando mi cabello de modo que no afectara mi vista. Me recosté en el muro más cercano. Sí, tenía una gran sonrisa de suficiencia. Me sentía genial, ésta vez no sería yo la perdedora. Aún no veía la reacción de él, pero no tenía que pensar mucho. Quizá no era la mujer más voluptuosa del mundo mágico, pero no era indiferente. Al menos, según decía Hugo. Un piquete en mi hombro izquierdo me sacó de mis pensamientos, por lo que abrí los ojos. Mi collar, el que tenía la "W" y todos en la familia portabamos, se había desacomodado. Lo regresé a su lugar correcto, y volví a sumergirme. Quería morir de felicidad. Seguramente, Scorpius agradecería estar con una Weasley dentro del baño. 

Apreté los dientes con fuerza haciéndolos rechinar un poco, odiaba que me ignoraran y no buscaran mi mirada, esa chica planeaba ganar y no estaba dispuesto a dejarla, si quería jugar, jugaría, el problema era que yo siempre jugaba mejor, observé como se levantaba e iba por algo de ropa en el cubículo para los gatos de gryffindor, trajo unos jeans y una sudadera, era el cambio de ropa de seguro que se pondría, eso significaba que no se iría que se quedaría aquí y no me daría gusto de dejarme solo, rodé los ojos, no estaba de humor para verla, estaba cansado y enojado, quería estar solo para descansar ¿acaso no lo entendía? ¿o era que no lo había expresado correctamente y necesitaba que se lo dijera directamente?, bien le haría entender que necesitaba estar SOLO, sin nadie más, ni siquiera quería a alguien de mi casa ahí molestándome. Rose se acercó a la orilla de la tina donde se desvistió quedándose solo en ropa interior, tragué saliva sintiendo que el alma se me caía a los pies, traté de mirar a otro lado pero no pude, ¿me estaba provocando?, giré mi cabeza hacia otro lado mirando un cuadro de una sirena que se movía, el cuadro me gustaba, si, el cuadro me gustaba, solo me gustaba eso, pensé en otra cosa y cuando note, la chica Weasley ya estaba dentro de la tina. Le día la espalda sin decir nada mas y recargué mi barbilla sobre el suelo fuera de la tina tratando de disfrutar del agua que llegaba hasta mi cuello.

Bingo. Si había algo sabíamos todos, es que Scorpius no podía perder. El sólo imaginarlo debía suponerle un gran sacrificio. Pero vaya, nunca se había enfrentado tan directamente con Rose Weasley. Si tan solo me conociera, sabría que rendirse no estaba en mis planes. Una pequeña y socarrona sonrisa se formó en mis labios, que hasta ahora habían permanecido en una concentrada línea recta. Dirigí mi vista a los alborotados cabellos rubios que ahora me daban la espalda. Duh, sin duda me odiaba. Mayor razón para evitar la derrota. Con paso lento, avancé, dando saltitos en el agua. Cada vez me acercaba más a su posición, yo quería estar cerca de él. No lo suficiente como para perder el control, pero lo necesario para escuchar, por lo menos, algo de titubeo en su siempre monótona y fría voz. ¿Tan difícil era sonreir? A mi no me costaba en lo más mínimo. Si sus deseos incluían algo de tranquilidad, podía irse depidiendo de ellos. No le dejaría descansar, tenía que entrar en la mente de Malfoy. Comprender el porqué de sus actos, la sonrisa de suficiencia en su rostro, su seductora presencia cuando se lo proponía. Todas sus acciones eran medidas y censuradas, pensadas para no dejar ni un detalle suelto, para aparentar la perfección. Sí, el lograba que todos lo admirasen. Pero conmigo... Necesitaba más esfuerzo. Cuando estuve a escasos cincuenta centimetros de su bien formada espalda, alargué mi brazo y toqué su hombro derecho. —¿En serio planeas ignorarme, Scor?— musité con un tono que ni yo creí. Si, había dulzura e inocencia. Pero a la vez algo de ¿seducción? Estaba segura de que el mote "Scor" sería odiado por él, aún más viniendo de mí. Mordí mi labio, esperando su respuesta. Mi mente ya trabajaba a mil por hora, intentando con un fracaso notorio descifrar lo que él haría.