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Expedición Astronómica {Libre]
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Expedición Astronómica {Libre]
La brisa suave del cielo estrellado nocturno. ¿Podía haber algo mejor después de un agitado día de estudios ininterrumpidos? Ciertamente no, y menos si la luna se abría de aquella manera de entre las nubes, mismas que le daban un aire misterioso y al mismo tiempo, aterrador. Eran cerca de los ocho de la noche y yo había salido muy campante de los dormitorios, con la mochila cargada de cosas que todo buen astrónomo aficionado podía poseer: Un telescopio con muy buen aumento, pulido de sus cristales finamente para encontrar hasta el más mínimo detalle de la faz de la luna, un buen libro con todos los pormenores de las constelaciones celestes y un buen termo con leche calientita, así como mucho pergamino, plumas y tinta para anotar cualquier cosa relevante sucedida en aquel oscuro firmamento.
No aprovechaba mi puesto de prefecto para salir con cierta libertad por las noches, pero sí debía admitir que me ayudaba un poco para mis investigaciones nocturnas. Además, los patios de la escuela a esa hora prácticamente estaban desiertos, pues la mayoría de los estudiantes se concentraban en terminar deberes para el día siguiente que, por supuesto yo, ya había terminado con anticipación. Y es que detestaba andar siempre a las carreras y así, entre mis múltiples deberes y responsabilidades, darme un respiro.
Así pues caminé por los pasillos a paso seguro, saludando a los profesores que me veían pasar, con ese aire de confianza que siempre me tenían. Obviamente, eso era algo que me había ganado a pulso en mis seis años en la escuela y que mucho me habían costado. Siempre había sido un estudiante responsable y confiable, por lo que no era una amenaza latente para cualquier miembro que impartiera educación (y por supuesto disciplina) en la escuela. Por el contrario, cada uno me sonrió educadamente (“Buenas noches joven Wilkinson”) y con una ligera inclinación de cabeza que respondí de la misma manera. Lo único que deseaba era no encontrarme a Peevees, ese endemoniado fantasma que más de una vez, se las había arreglado para hacerme caer y tirar en múltiples ocasiones las cosas que llevaba conmigo en una de mis tantas expediciones en “busca del conocimiento”.
Minutos después, lo ví al final de un pasillo, canturreando a voz pelada mientras los habitantes de los cuadros cercanos lo chitaban sin parar, recordándole cuan malo era para cantar. Aprovechando que me había dado su ubicación, doblé por otro pasillo, eludiendo al pillo y así librándome de una carga menos. En cuestión de minutos ya había llegado a uno de los patios, mismo que se encontraba desierto para mi beneplácito y comodidad. Saqué mi material requerido sobre una banca de concreto y algo dentro de la mochila chilló y se quejó. Dando un saltito hacia afuera, un par de ojillos brillantes resplandeció con la tenue luz de la luna.
- Muchacho malo… - susurré a Lutie, mi puffskein que como de costumbre, se había colado. El pequeño tembló y se quedó muy quieto, pues sabía que en esas situaciones debía portarse especialmente bien. Fue cuando terminé de acomodar mi telescopio y busqué por el lente, la constelación de Orión que en esa noche, brillaba de manera especial en la oscuridad de la noche.
No aprovechaba mi puesto de prefecto para salir con cierta libertad por las noches, pero sí debía admitir que me ayudaba un poco para mis investigaciones nocturnas. Además, los patios de la escuela a esa hora prácticamente estaban desiertos, pues la mayoría de los estudiantes se concentraban en terminar deberes para el día siguiente que, por supuesto yo, ya había terminado con anticipación. Y es que detestaba andar siempre a las carreras y así, entre mis múltiples deberes y responsabilidades, darme un respiro.
Así pues caminé por los pasillos a paso seguro, saludando a los profesores que me veían pasar, con ese aire de confianza que siempre me tenían. Obviamente, eso era algo que me había ganado a pulso en mis seis años en la escuela y que mucho me habían costado. Siempre había sido un estudiante responsable y confiable, por lo que no era una amenaza latente para cualquier miembro que impartiera educación (y por supuesto disciplina) en la escuela. Por el contrario, cada uno me sonrió educadamente (“Buenas noches joven Wilkinson”) y con una ligera inclinación de cabeza que respondí de la misma manera. Lo único que deseaba era no encontrarme a Peevees, ese endemoniado fantasma que más de una vez, se las había arreglado para hacerme caer y tirar en múltiples ocasiones las cosas que llevaba conmigo en una de mis tantas expediciones en “busca del conocimiento”.
Minutos después, lo ví al final de un pasillo, canturreando a voz pelada mientras los habitantes de los cuadros cercanos lo chitaban sin parar, recordándole cuan malo era para cantar. Aprovechando que me había dado su ubicación, doblé por otro pasillo, eludiendo al pillo y así librándome de una carga menos. En cuestión de minutos ya había llegado a uno de los patios, mismo que se encontraba desierto para mi beneplácito y comodidad. Saqué mi material requerido sobre una banca de concreto y algo dentro de la mochila chilló y se quejó. Dando un saltito hacia afuera, un par de ojillos brillantes resplandeció con la tenue luz de la luna.
- Muchacho malo… - susurré a Lutie, mi puffskein que como de costumbre, se había colado. El pequeño tembló y se quedó muy quieto, pues sabía que en esas situaciones debía portarse especialmente bien. Fue cuando terminé de acomodar mi telescopio y busqué por el lente, la constelación de Orión que en esa noche, brillaba de manera especial en la oscuridad de la noche.
Invitado- Invitado
Re: Expedición Astronómica {Libre]
Miré el escrito volviendo a leerlo una vez más. No era por nada pero el sentimiento de que algo le faltaba para ser perfecto, persistía en mi cabeza, más que mi cabeza en mi interior. El problema es que no sabía que era esa cosa que le faltaba ¿Por qué? ¿Por qué siempre me pasa lo mismo con estas cosas? ''Experiencias que aprenderás mujer, no te impacientes'' susurró con tranquilidad la vocecita de mi conciencia. Sacudí la cabeza y cerré los ojos un momento, algo que me sacaba de mis casillas era frustrarme y todo por un escrito mío. -Sería mejor que regresaras al castillo, mira nada más qué hora es...- alcé la mirada al cielo nocturno tan bello, una sonrisa pequeña se cinceló en mis labios una vez que posé mis ojos sobre la Luna. Perfectamente mortal y hermosa, no lo podía negar. Me encontraba en el Campo de Quiditch, esa tarde después de finalizar los deberes que me faltaban, me había decidido a caminar y vagar por allí un rato en busca de algo que llamaba yo: inspiración.
Ya fuese para cantar, bailar o incluso llegar a dibujar, aunque no fuera tan buena en el arte de dibujar, de vez en cuando tenía una 'punzada acertada' y me salía dibujos lindos, o mejor dicho decentes. Y cuando por fin encontré esa tal chispa para escribir, exactamente fue aquí en el Campo de juego, dejé que volara mi imaginación y entonces había conseguido escribir algunas ideas conectadas, pero seguía sin poder terminar. Negué con la cabeza, ya lo haría mañana por ahora sería ir a cenar, comer algo tan siquiera para no irme con el estómago completamente vacío a la cama. Me puse de pie, guardando mi cuaderno en el pequeño morral color negro que llevaba conmigo, y así me puse en marcha. Aunque claro, como quien dice algunas cosas terminan por cruzarse en tu camino.
La primera en cruzarse conmigo fue el lago negro ¿cuántas probabilidades habría de ver mejor la Luna? Uhm, no estaba segura pero tenía alguna clase de ¿intuición? Sí, debía ser eso, y fue cuando desvié la mirada a la Luna de nuevo, aquél lugar me llamaba a gritos, y lo cierto es que moría por ver la Luna más de cerca, ya recordaría algún hechizo para ver las cosas más de cerca o improvisaría algo, como fuera. Me mordí el labio enarcando una ceja con tranquilidad y luego de pensarlo mucho, cambié de idea y mi nuevo destino era caminar al lago, que no quedaba muy lejos. Solo esperaba que mi 'corazonada' no fuera mal acertada.
Al parecer, no lo fue. Aunque hubiese llegado al lago y no viera a nadie cercano a mi vista, cuando empecé a caminar y rodear el lugar a lo lejos un chico parecía.. ¡Estar poniendo un telescopio! Lógicamente para ver la Luna, así que avanzando un poco más lento me dirigí hacia el chico, sin saber muy bien como empezar a hablarle, yo no era buena conversando con quien no conocía pero podía esforzarme mas. Cuando estaba más cerca del individuo, traté de hacer el mayor ruido posible para que supiera que no estaba solo y no se llevara tremendo susto. Esbocé una sonrisa ligera y cruzando los brazos, solté aire. -Uhm, hola.- saludé en tono tranquilo y un poco animado, aunque no mucho. -Seguramente la Luna se verá hermosa viéndola con ese telescopio.- comenté arrugando la frente, me sentía un poco rara pero daba igual.
Ya fuese para cantar, bailar o incluso llegar a dibujar, aunque no fuera tan buena en el arte de dibujar, de vez en cuando tenía una 'punzada acertada' y me salía dibujos lindos, o mejor dicho decentes. Y cuando por fin encontré esa tal chispa para escribir, exactamente fue aquí en el Campo de juego, dejé que volara mi imaginación y entonces había conseguido escribir algunas ideas conectadas, pero seguía sin poder terminar. Negué con la cabeza, ya lo haría mañana por ahora sería ir a cenar, comer algo tan siquiera para no irme con el estómago completamente vacío a la cama. Me puse de pie, guardando mi cuaderno en el pequeño morral color negro que llevaba conmigo, y así me puse en marcha. Aunque claro, como quien dice algunas cosas terminan por cruzarse en tu camino.
La primera en cruzarse conmigo fue el lago negro ¿cuántas probabilidades habría de ver mejor la Luna? Uhm, no estaba segura pero tenía alguna clase de ¿intuición? Sí, debía ser eso, y fue cuando desvié la mirada a la Luna de nuevo, aquél lugar me llamaba a gritos, y lo cierto es que moría por ver la Luna más de cerca, ya recordaría algún hechizo para ver las cosas más de cerca o improvisaría algo, como fuera. Me mordí el labio enarcando una ceja con tranquilidad y luego de pensarlo mucho, cambié de idea y mi nuevo destino era caminar al lago, que no quedaba muy lejos. Solo esperaba que mi 'corazonada' no fuera mal acertada.
Al parecer, no lo fue. Aunque hubiese llegado al lago y no viera a nadie cercano a mi vista, cuando empecé a caminar y rodear el lugar a lo lejos un chico parecía.. ¡Estar poniendo un telescopio! Lógicamente para ver la Luna, así que avanzando un poco más lento me dirigí hacia el chico, sin saber muy bien como empezar a hablarle, yo no era buena conversando con quien no conocía pero podía esforzarme mas. Cuando estaba más cerca del individuo, traté de hacer el mayor ruido posible para que supiera que no estaba solo y no se llevara tremendo susto. Esbocé una sonrisa ligera y cruzando los brazos, solté aire. -Uhm, hola.- saludé en tono tranquilo y un poco animado, aunque no mucho. -Seguramente la Luna se verá hermosa viéndola con ese telescopio.- comenté arrugando la frente, me sentía un poco rara pero daba igual.
Invitado- Invitado
Re: Expedición Astronómica {Libre]
Pocas veces me encontraba tan entusiasmado; había realmente escasas cosas que lograban tenerme con los nervios tan excitados que me olvidaba siquiera de dónde me encontraba: el colegio. El Lago negro era ideal, apartado, solitario y siempre con un aire fresco que pegaba en la cara, lo necesario al menos para pasar una buena parte de la noche con la mente despejada y el espíritu aventurero despierto. Por lo menos hasta las diez de la noche. Más allá era romper esas reglas por las que yo estaba responsabilizado a velar y yo era un ávido defensor de las mismas. Sin reglas no había orden y yo, ciertamente era un amante del orden en todas las cuestiones. Si había algo de caos a mí alrededor, algo que estaba ligeramente fuera de mis planes, era posible que me sintiera un tanto inseguro.
Más no era el caso en absoluto. Todo lo había planeado a la perfección y no tenía porque salir contrario a mis planes. El Lago era solitario y perfecto para mis estudios, y sobre todo, para ensimismarme en esos pensamientos que aturdían mi mente con recurrencia, que me hacían recordar y extrañar a mamá más que nunca. Volví a enfocar a Orión, esa constelación que me recordaba a mi familia cuando estaba completa y sin preocupación alguna. Ahora las visitas a San Mungo eran constantes y de hecho, tenía que sustituir mi siguiente salida a Hogsmeade para ver a mamá allí. No podía desperdiciar ningún momento libre para verla, para volver a sentir a la familia unida.
Suspiré, acomodando el telescopio con la mayor precisión posible, concentrándome tanto en ello que me absorbí en mi actividad, apenas notando que Lutie, desde el sitio donde nos encontrábamos, hacía una clase de ruidillos que no eran propios de la actitud que le había pedido tener. Giré la cabeza con el ceño fruncido, mirando hacia donde la pequeña bola de pelo estaba y le lancé una mirada acusadora. Más no me miraba a mí, sus ojillos brillaban en otra dirección, lo que provocó mi curiosidad. La voz de una chica con un deje dubitativo me hizo dar un respingo; saltando al menos dos centímetros del suelo donde me encontraba parado. El viento en los oídos, ciertamente no era el mejor aliado para percatarme de que alguien me escrutaba, quizás, varios minutos atrás en mis actividades casi ilegales nocturnas.
- Hola… - respondí secamente, con un atisbo de hostilidad en la voz, más no en sí por ser descubierto, sino porque me había tomado por sorpresa y aún sentía el corazón latirme a mil por hora y la sensación del vértigo inundar mi estómago. Inhalé y exhalé un par de veces antes de proseguir, estirando una mano hacia mi asustado y peludo acompañante que temblaba sin parar. – Es cierto, se verá genial con esto. Lo que hace que me pregunte una cosa… - miré a la chica con cierta rudeza - ¿Qué haces aquí a éstas horas?
Si, quizás había exagerado, pero a partir que era prefecto, debía por lo menos dejar en claro que algunas cosas no estaba muy bien hacerlas… y bueno, menos si se las veían hacer un prefecto.
Más no era el caso en absoluto. Todo lo había planeado a la perfección y no tenía porque salir contrario a mis planes. El Lago era solitario y perfecto para mis estudios, y sobre todo, para ensimismarme en esos pensamientos que aturdían mi mente con recurrencia, que me hacían recordar y extrañar a mamá más que nunca. Volví a enfocar a Orión, esa constelación que me recordaba a mi familia cuando estaba completa y sin preocupación alguna. Ahora las visitas a San Mungo eran constantes y de hecho, tenía que sustituir mi siguiente salida a Hogsmeade para ver a mamá allí. No podía desperdiciar ningún momento libre para verla, para volver a sentir a la familia unida.
Suspiré, acomodando el telescopio con la mayor precisión posible, concentrándome tanto en ello que me absorbí en mi actividad, apenas notando que Lutie, desde el sitio donde nos encontrábamos, hacía una clase de ruidillos que no eran propios de la actitud que le había pedido tener. Giré la cabeza con el ceño fruncido, mirando hacia donde la pequeña bola de pelo estaba y le lancé una mirada acusadora. Más no me miraba a mí, sus ojillos brillaban en otra dirección, lo que provocó mi curiosidad. La voz de una chica con un deje dubitativo me hizo dar un respingo; saltando al menos dos centímetros del suelo donde me encontraba parado. El viento en los oídos, ciertamente no era el mejor aliado para percatarme de que alguien me escrutaba, quizás, varios minutos atrás en mis actividades casi ilegales nocturnas.
- Hola… - respondí secamente, con un atisbo de hostilidad en la voz, más no en sí por ser descubierto, sino porque me había tomado por sorpresa y aún sentía el corazón latirme a mil por hora y la sensación del vértigo inundar mi estómago. Inhalé y exhalé un par de veces antes de proseguir, estirando una mano hacia mi asustado y peludo acompañante que temblaba sin parar. – Es cierto, se verá genial con esto. Lo que hace que me pregunte una cosa… - miré a la chica con cierta rudeza - ¿Qué haces aquí a éstas horas?
Si, quizás había exagerado, pero a partir que era prefecto, debía por lo menos dejar en claro que algunas cosas no estaba muy bien hacerlas… y bueno, menos si se las veían hacer un prefecto.
Invitado- Invitado
Re: Expedición Astronómica {Libre]
''Linda noche, mi querida Ali. Suerte que no requeriste de un sueter que sino, te ibas a enfermar y...'' sacudí de inmediato la cabeza con bastante discresión, simulaba que un mosquito me andaba molestando. Revoloteaba en mi cara y después de sentir que la vocecita de mi conciencia se callaba, lo bueno de todo es que mi cabeza tenía razón, no hacía ni frío pero no hacía calor tampoco estaba fresca y joven la noche, perfecta para observar el cielo oscuro. Me centré en el ambiente del lugar, que por alguna extraña razón, sentía un tanto tenso quizá y después de todo venir al lago a ver si el chico me enseñaba un poco de astronomía, había sido una pérdida de tiempo. De cualquier forma, el rostro estaba sereno y ecuánime, como si yo fuese un ser demasiado paciente a veces, cosa que a mi padre no le gustaba mucho porque no le agradaba no leer nada en mi rostro. Creo que incluso eso fue detonante de algunas peleas, en fin como sea. No debía centrarme mucho en eso, no quería parecer tonta frente al chico.
Miré como el chico pegaba un pequeño brinco, casi imperceptiblemente pero lo noté. A lo mejor y no hice mucho ruido o el suficiente para que se diera cuenta de que estaba allí. Pestañeé un par de veces, aclarándome la garganta.- Oh, discúlpame no deseaba asustarte.- dije asintiendo con lentitud, hablando con voz tranquila y bastante sosegada. Tomé aire de forma profunda para expulsarlo igualmente, y traté de sonreir apenada. Pero algo me atrajo un poco más la atención que él y era una pequeña bola azul, parecía sacudirse a lo lejos parecía un pequeño vibrador pero pronto supe lo que era: un pequeño y adorable puffskein. Sonreí un poco en dirección de la curiosa criatura, yo siempre había deseado una pero mi madre se burlaba de mí, y me decía que no. Que suficiente teníamos con Welter. Lo cual era una tremenda tontería.
La tensión en la voz del él expresaba rudeza completamente, no me sorprendió. Creo que eso es lo mínimo que hubiera recibido de alguien a quien había espantado, así que me mordí el labio inferior, un tanto nerviosa que no llegó a expresarse en mis ojos y simplemente me encogí de hombros, no con desdén o grosería. Lo cierto era que no lo sabía. -Pues digamos que pasé toda la tarde en el campo de Quiditch escribiendo algo, y se me fue el tiempo encima. Para cuando caí en la cuenta, estaba anocheciendo y en mi camino de regreso, vi la Luna y quise verla en el Lago. Y fue cuando te encontré a ti.- respondí acomodándome un mechón de cabello pensando que ya me había metido en problemas; quizá fuese él un prefecto o tal vez no. De cualquier forma, los dos no deberíamos estar aquí. Lo que me llevaba a una gran duda ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Dónde habría estado antes? De igual forma no lo iba a preguntar, en el fondo me sentía un tanto cohibida por la presencia del Ravenclaw y temía que si le preguntaba algo más me fuese a responder de una forma grosera, ni deseaba conflictos con él. ''Bravo, tus primeros días por aquí y ya andas metiendo la pata en todo'' soltó una risilla mi conciencia y decidí hablar, lo único que la alejaría sería el no-hacerle-caso.
-Supongo que fue una mala idea.- susurré pensativamente y con el mismo tono, entrelazando mis manos mientras lo observaba a él y de fondo todos sus materiales listos para observar un cielo bello.
Miré como el chico pegaba un pequeño brinco, casi imperceptiblemente pero lo noté. A lo mejor y no hice mucho ruido o el suficiente para que se diera cuenta de que estaba allí. Pestañeé un par de veces, aclarándome la garganta.- Oh, discúlpame no deseaba asustarte.- dije asintiendo con lentitud, hablando con voz tranquila y bastante sosegada. Tomé aire de forma profunda para expulsarlo igualmente, y traté de sonreir apenada. Pero algo me atrajo un poco más la atención que él y era una pequeña bola azul, parecía sacudirse a lo lejos parecía un pequeño vibrador pero pronto supe lo que era: un pequeño y adorable puffskein. Sonreí un poco en dirección de la curiosa criatura, yo siempre había deseado una pero mi madre se burlaba de mí, y me decía que no. Que suficiente teníamos con Welter. Lo cual era una tremenda tontería.
La tensión en la voz del él expresaba rudeza completamente, no me sorprendió. Creo que eso es lo mínimo que hubiera recibido de alguien a quien había espantado, así que me mordí el labio inferior, un tanto nerviosa que no llegó a expresarse en mis ojos y simplemente me encogí de hombros, no con desdén o grosería. Lo cierto era que no lo sabía. -Pues digamos que pasé toda la tarde en el campo de Quiditch escribiendo algo, y se me fue el tiempo encima. Para cuando caí en la cuenta, estaba anocheciendo y en mi camino de regreso, vi la Luna y quise verla en el Lago. Y fue cuando te encontré a ti.- respondí acomodándome un mechón de cabello pensando que ya me había metido en problemas; quizá fuese él un prefecto o tal vez no. De cualquier forma, los dos no deberíamos estar aquí. Lo que me llevaba a una gran duda ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Dónde habría estado antes? De igual forma no lo iba a preguntar, en el fondo me sentía un tanto cohibida por la presencia del Ravenclaw y temía que si le preguntaba algo más me fuese a responder de una forma grosera, ni deseaba conflictos con él. ''Bravo, tus primeros días por aquí y ya andas metiendo la pata en todo'' soltó una risilla mi conciencia y decidí hablar, lo único que la alejaría sería el no-hacerle-caso.
-Supongo que fue una mala idea.- susurré pensativamente y con el mismo tono, entrelazando mis manos mientras lo observaba a él y de fondo todos sus materiales listos para observar un cielo bello.
Invitado- Invitado
Re: Expedición Astronómica {Libre]
Ciertamente y más de una vez, mi pequeña hermana Larissa me había dicho que literalmente era un “bruto” para tratar a las mujeres. ¿Lo peor? Es que era totalmente cierto. Desde temprana edad había sido tan retraído que siempre parecía tener un especial falta de tacto para con ellas, a pesar de que mamá hasta poco antes de enfermar, me había dado un par de lecciones al respecto. Pero mi carácter siempre había sido distante y reservado para con quien sea, con quien quisiera meterse conmigo. Aunque quizás, de principio no había pretendido querer ser así, al final me había convertido en un muchacho huraño y ermitaño, que disfrutaba hasta cierto punto de su continua soledad. Era preferible hacer cosas sólo que pasar horas acompañado de gente que se burlaba de la situación squib de mi hermana, o criticándome y opinando sobre la rara enfermedad de mamá.
Cuando noté que mi tono de voz había sido más brusco de lo que pretendí, mi semblante se tornó preocupado, pues tampoco había querido parecer grosero. Pero mi mecanismo de defensa actuaba con antelación siempre, y era el que se encargaba de responder de forma automática a situaciones como en la que me encontraba. Y claro está, estaba fatal, pues lo que de principio podía ser una conversación amena, se tornaba en una tensa cuyo final era imposible de descifrar. Suspiré, relajándome, tratando de no ser una persona demasiado arisca (aunque quizás lo fuera un poco) y denotando que más que obstinación, tenía educación y buenos modales para con la gente. Sobre todo con las chicas que eran un completo reto para mí.
- Oh, ya veo. – respondí mirándola con interés, sobre todo cuando habló de su inquietud por ver la luna. La verdad es que había pocos estudiantes que se interesaran en la astronomía y preferían pasar largas horas en la biblioteca (en el mejor de los casos) buscando hechizos y contra hechizos para lanzarle al compañero de a lado cuando volviera a ocurrírsele hacerle una broma. La magia no era sólo eso, y había mil cosas más interesantes que la magia misma a veces poseía y que nadie contemplaba. Aquel pensamiento hizo que me diera la impresión de que, quizás, no era una estudiante habitual, fanática del juego más popular de los magos; sino que también tenía intereses más profundos y no sólo ese afán de golpear una pelota y gritar hasta que los pulmones les dolieran.
- Nunca es mala idea buscar un lugar idóneo para observar el cielo. – añadí un poco más relajado, esbozando una tímida sonrisa, con la que pretendía disculparme con antelación por mi conducta hostil de hacía unos minutos. Mientras, repetía las palabras de mi hermana, esas que cantaban con su poco tacto cuando se trataba de “darme lecciones” sobre cómo comportarme: ¡Pero no Elliot! Con esa sonrisa todos pensarán que te está dando un ataque de convulsiones, o que estás a punto de llorar… ¡Tiene que ser natural! ¡Na-tu-ral!. – Y bueno… me disculpo si he sonado grosero, es sólo que… - las mejillas se me arrebolaron y desvié la mirada, pues aunque no quisiera, era algo normal en mí sentirme intimidado por las chicas. - … me tomaste de sorpresa y no hay mucha gente que ande por éstos sitios a éstas horas. Pero ¿Quién puede culparme? ¡El cielo está espléndido y sería una tontería no salir a observarlo!
Al final, sin querer, me reí y aquella risilla surgió como una bálsamo tonificante para mis tensiones. No era común que yo riese, en absoluto. Pero por alguna extraña razón, sentía que abrirme un poco hacia esa extraña chica, no me haría en absoluto un mal. Lutie, mi puffskein pareció contagiado de mi calma y también se tranquilizó, empezando a ronronear plácidamente ahora, mientras mis dedos acariciaban su alborotado pelo esponjado.
Cuando noté que mi tono de voz había sido más brusco de lo que pretendí, mi semblante se tornó preocupado, pues tampoco había querido parecer grosero. Pero mi mecanismo de defensa actuaba con antelación siempre, y era el que se encargaba de responder de forma automática a situaciones como en la que me encontraba. Y claro está, estaba fatal, pues lo que de principio podía ser una conversación amena, se tornaba en una tensa cuyo final era imposible de descifrar. Suspiré, relajándome, tratando de no ser una persona demasiado arisca (aunque quizás lo fuera un poco) y denotando que más que obstinación, tenía educación y buenos modales para con la gente. Sobre todo con las chicas que eran un completo reto para mí.
- Oh, ya veo. – respondí mirándola con interés, sobre todo cuando habló de su inquietud por ver la luna. La verdad es que había pocos estudiantes que se interesaran en la astronomía y preferían pasar largas horas en la biblioteca (en el mejor de los casos) buscando hechizos y contra hechizos para lanzarle al compañero de a lado cuando volviera a ocurrírsele hacerle una broma. La magia no era sólo eso, y había mil cosas más interesantes que la magia misma a veces poseía y que nadie contemplaba. Aquel pensamiento hizo que me diera la impresión de que, quizás, no era una estudiante habitual, fanática del juego más popular de los magos; sino que también tenía intereses más profundos y no sólo ese afán de golpear una pelota y gritar hasta que los pulmones les dolieran.
- Nunca es mala idea buscar un lugar idóneo para observar el cielo. – añadí un poco más relajado, esbozando una tímida sonrisa, con la que pretendía disculparme con antelación por mi conducta hostil de hacía unos minutos. Mientras, repetía las palabras de mi hermana, esas que cantaban con su poco tacto cuando se trataba de “darme lecciones” sobre cómo comportarme: ¡Pero no Elliot! Con esa sonrisa todos pensarán que te está dando un ataque de convulsiones, o que estás a punto de llorar… ¡Tiene que ser natural! ¡Na-tu-ral!. – Y bueno… me disculpo si he sonado grosero, es sólo que… - las mejillas se me arrebolaron y desvié la mirada, pues aunque no quisiera, era algo normal en mí sentirme intimidado por las chicas. - … me tomaste de sorpresa y no hay mucha gente que ande por éstos sitios a éstas horas. Pero ¿Quién puede culparme? ¡El cielo está espléndido y sería una tontería no salir a observarlo!
Al final, sin querer, me reí y aquella risilla surgió como una bálsamo tonificante para mis tensiones. No era común que yo riese, en absoluto. Pero por alguna extraña razón, sentía que abrirme un poco hacia esa extraña chica, no me haría en absoluto un mal. Lutie, mi puffskein pareció contagiado de mi calma y también se tranquilizó, empezando a ronronear plácidamente ahora, mientras mis dedos acariciaban su alborotado pelo esponjado.
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Re: Expedición Astronómica {Libre]
''Elisbeth, dime algo más... No lo estás haciendo con la suficiente claridad y comienzas a exasperar bastante. ¡Vamos! ¡Hazlo!'' la voz de mi padre me resonó en la cabeza, logrando que me desconcertara un poco del porqué había llegado a recordar la voz de mi progenitor. Quizá, muy probablemente recordaba aún con cierta vaguedad las peleas que recientemente tenía con él por cosas tan banales que cuando se ponía a analizar terminaba por decir algo como: 'Por Dios ¿Por eso me enojé? ¡Bah!' La ventaja era que tenía a mi madre, quien me ayudaba a tranquilizarme ya que mi padre era una de las pocas cosas que lograba que perdiera los estribos. En fin, adolescentes. ¿Qué le haremos?
Pronto percibí un poco de aligeramiento en el ambiente, y por lo mismo al parecer el chico se dio cuenta de su actitud hacia mí y lo corrigió. Asentí con una ligera sonrisa, bailoteando en mis labios. Por lo general o más bien me pasaba muy a menudo que al conocer una persona, terminaba por quedarse extrañadas de las actitudes tan pacíficas que tomaba, sin importar el estado de ánimo de la persona. Asimismo, empezaba a darme cuenta de que cuando sorprendía a mi padre molesto por algo,y yo cuestionaba qué era lo que le pasaba, me hacía gestos desdeñosos, y terminaba por enfurecer más ya que en vez de ver en mí una reacción violenta que involucrara gritar, tan siquiera fruncir el ceño, pues.. Simplemente no ocurría. Lo que hacía era asentir serenamente y marcharme. Lo cual le hacía proferir una que otra maldición o incluso grosería, más no insulto. Pero no importaba cuantas veces mi padre tratase de escrutarme con la mirada, nunca lo lograba era un 'enigma' por lo tanto de allí derivaba el apodo de él, con cariño me decía: Enigma, eres mi Enigma cariño.
Miré al Ravenclaw cuando habló, con gran curiosidad en los ojos. -Lo sé, en cuanto la vi como te he dicho, pensé en el Lago como el mejor lugar para verla.- comenté en tono medio y me relamí ligeramente los labios, los traía un poco secos. Debía ser por no haber bebido agua en todo el rato que estaba afuera. Notando que ya no estaba tenso y el mal rato había pasado decidí moverme hacia adelante en su dirección, unos cuantos pasos, hundiendo las manos en los pantalones de mezclilla con aire despreocupado. Hice ademán con la cabeza de restarle importancia a lo que había ocurrido, el hecho había pasado no había de qué molestarse o qué reclamar.- Ah no te apures, yo debía haber hecho más para hacerme notar.- mencioné sonriendo un poco más, y soltando junto con él una risa discreta. Una vez más tranquilo el chico podía ver que la conversación podría llegar a ser amena e interesante.- Se nota que te gustan este tipo de cosas.. susurré mirando ahora al pequeño ser que dejó de sacudir, podía verle con más precisión y arrugué la frente a modo de ternura, adorable. Iba a mencionar algo de él pero me reservé el comentario, porque después de toda no era el momento idóneo para decir: ''Qué bello tu puffskein''. Pero era la verdad. Aún recordaba como yo siendo una niña de diez años, los había visto en una calle estando en el mundo mágico. Creo que jamás había pataleado y llorando tanto en mi vida y todo por un pequeño ser de esos.
Enarqué una ceja regresando a mi realidad; tampoco es que quería parecer una tonta frente a él sin decir nada, y entonces recordé que había algo importante que no había hecho antes.- Discúlpame yo y mis modales a veces los olvido, soy Alissa.- me presenté colocando las manos a mis costados y desvié la mirada al telescopio.
Pronto percibí un poco de aligeramiento en el ambiente, y por lo mismo al parecer el chico se dio cuenta de su actitud hacia mí y lo corrigió. Asentí con una ligera sonrisa, bailoteando en mis labios. Por lo general o más bien me pasaba muy a menudo que al conocer una persona, terminaba por quedarse extrañadas de las actitudes tan pacíficas que tomaba, sin importar el estado de ánimo de la persona. Asimismo, empezaba a darme cuenta de que cuando sorprendía a mi padre molesto por algo,y yo cuestionaba qué era lo que le pasaba, me hacía gestos desdeñosos, y terminaba por enfurecer más ya que en vez de ver en mí una reacción violenta que involucrara gritar, tan siquiera fruncir el ceño, pues.. Simplemente no ocurría. Lo que hacía era asentir serenamente y marcharme. Lo cual le hacía proferir una que otra maldición o incluso grosería, más no insulto. Pero no importaba cuantas veces mi padre tratase de escrutarme con la mirada, nunca lo lograba era un 'enigma' por lo tanto de allí derivaba el apodo de él, con cariño me decía: Enigma, eres mi Enigma cariño.
Miré al Ravenclaw cuando habló, con gran curiosidad en los ojos. -Lo sé, en cuanto la vi como te he dicho, pensé en el Lago como el mejor lugar para verla.- comenté en tono medio y me relamí ligeramente los labios, los traía un poco secos. Debía ser por no haber bebido agua en todo el rato que estaba afuera. Notando que ya no estaba tenso y el mal rato había pasado decidí moverme hacia adelante en su dirección, unos cuantos pasos, hundiendo las manos en los pantalones de mezclilla con aire despreocupado. Hice ademán con la cabeza de restarle importancia a lo que había ocurrido, el hecho había pasado no había de qué molestarse o qué reclamar.- Ah no te apures, yo debía haber hecho más para hacerme notar.- mencioné sonriendo un poco más, y soltando junto con él una risa discreta. Una vez más tranquilo el chico podía ver que la conversación podría llegar a ser amena e interesante.- Se nota que te gustan este tipo de cosas.. susurré mirando ahora al pequeño ser que dejó de sacudir, podía verle con más precisión y arrugué la frente a modo de ternura, adorable. Iba a mencionar algo de él pero me reservé el comentario, porque después de toda no era el momento idóneo para decir: ''Qué bello tu puffskein''. Pero era la verdad. Aún recordaba como yo siendo una niña de diez años, los había visto en una calle estando en el mundo mágico. Creo que jamás había pataleado y llorando tanto en mi vida y todo por un pequeño ser de esos.
Enarqué una ceja regresando a mi realidad; tampoco es que quería parecer una tonta frente a él sin decir nada, y entonces recordé que había algo importante que no había hecho antes.- Discúlpame yo y mis modales a veces los olvido, soy Alissa.- me presenté colocando las manos a mis costados y desvié la mirada al telescopio.
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Re: Expedición Astronómica {Libre]
A veces podía actuarse de forma muy tonta y desconsiderada, si. Muchísimas veces lo había hecho sin querer y seguramente, sin que la otra persona lo mereciera. No era la primera vez que prejuzgaba a alguien sólo por no ser cercano a mí, pero las malas experiencias me perseguían y eso era algo que no podía olvidar fácilmente. Sin embargo, y a pesar de eso, eran de las cosas por las que Larissa, mi hermana menor decía que me preocupara menos, pues su situación squib no le molestaba; si acaso era algo engorroso no poder usar la magia de esa manera tan fácil que ella me veía hacer. Y es que cualquiera podía meterse conmigo, pero con mi hermana, bueno, era decir palabras mayores. Más ésta ocasión simplemente habían sido coincidencias y el que la chica fuese una Gryffindor hablaba bien de ella. Si se hubiera tratado de un Slytherin, seguramente no sólo él se habría visto en aprietos, sino que seguramente habría de delatarme por estar afuera a horas no adecuadas. Lo único que podía salvarme de una situación así, era obviamente mi reputación ganada a pulso.
Sacudí la cabeza un par de veces para regresar al hilo de la conversación, pues estaba muy acostumbrado (y quizás más bien debería decirse malacostumbrado) a abstraerme en mis pensamientos. No era común que alguien hablara conmigo a no ser que tuviera dudas con los deberes. Quizás yo no era muy divertido y más bien, tenía un aire aburrido con el que nadie quería lidiar. Mentalmente me pregunté cual sería mi límite ahora para “obligar” a la chica a preferir marcharse.
- ¡Ah! ¡No, no te preocupes por favor! Mi nombre es Elliot, Elliot Wilkinson. – exclamé, quizás con un tono de voz un poco más fuerte de lo que era socialmente (y auditivamente) correcto y adecuado. Estiré mi mano para saludarla formalmente, pero el viento puso en evidencia cuan sudorosas se encontraban mis manos. ¡Benditos nervios! Siempre me sucedía cuando lidiaba con extraños y más si esos extraños eran chicas. De tal modo que retrocedí un paso y contraje la mano, misma que sequé bruscamente en mi túnica que hasta ese momento, permanecía perfectamente desarrugada. Claro, después de mi operación de secado de mano, algunas arrugas aparecieron en la misma dándome un aspecto poco prolijo.
- Disculpa… No puedo evitar ponerme un poco nervioso cuando… - añadí con la voz temblorosa, casi diciendo las cosas sin percatarme de lo que iba a decir; más a tiempo reaccioné para no dejarme a mí mismo en evidencia. – Bueno, no importa. Y sí, me gustan mucho éstas cosas pero… podría ser que las consideres un poco ñoñas ¿No?
La miré de reojo pues tenía dudas de saber si era de esas Gryffindor aventureras a las que mucho el estudio no les agradaba. Además, un par de ellos me había llamado “Ratón de Biblioteca” y habían preferido marcharse antes de que yo, con aire entusiasmado, quisiera explicarles las bondades curativas de la baba de bubotubérculo que se cosechaba en la zona sur de Gran Bretaña.
- ¿Te gusta la astronomía? ¿Quieres ver la luna a través de mi telescopio? – finalmente me aventuré a preguntarle. Era un poco extraño, era cierto, sobre todo tratándose de mí, invitar a alguien a quien apenas conocía en mis “ritos” secretos. Pero parecía confiable y algo dentro de mí, me seguía insistiendo que las cosas no tenían por qué salir terriblemente mal.
Sacudí la cabeza un par de veces para regresar al hilo de la conversación, pues estaba muy acostumbrado (y quizás más bien debería decirse malacostumbrado) a abstraerme en mis pensamientos. No era común que alguien hablara conmigo a no ser que tuviera dudas con los deberes. Quizás yo no era muy divertido y más bien, tenía un aire aburrido con el que nadie quería lidiar. Mentalmente me pregunté cual sería mi límite ahora para “obligar” a la chica a preferir marcharse.
- ¡Ah! ¡No, no te preocupes por favor! Mi nombre es Elliot, Elliot Wilkinson. – exclamé, quizás con un tono de voz un poco más fuerte de lo que era socialmente (y auditivamente) correcto y adecuado. Estiré mi mano para saludarla formalmente, pero el viento puso en evidencia cuan sudorosas se encontraban mis manos. ¡Benditos nervios! Siempre me sucedía cuando lidiaba con extraños y más si esos extraños eran chicas. De tal modo que retrocedí un paso y contraje la mano, misma que sequé bruscamente en mi túnica que hasta ese momento, permanecía perfectamente desarrugada. Claro, después de mi operación de secado de mano, algunas arrugas aparecieron en la misma dándome un aspecto poco prolijo.
- Disculpa… No puedo evitar ponerme un poco nervioso cuando… - añadí con la voz temblorosa, casi diciendo las cosas sin percatarme de lo que iba a decir; más a tiempo reaccioné para no dejarme a mí mismo en evidencia. – Bueno, no importa. Y sí, me gustan mucho éstas cosas pero… podría ser que las consideres un poco ñoñas ¿No?
La miré de reojo pues tenía dudas de saber si era de esas Gryffindor aventureras a las que mucho el estudio no les agradaba. Además, un par de ellos me había llamado “Ratón de Biblioteca” y habían preferido marcharse antes de que yo, con aire entusiasmado, quisiera explicarles las bondades curativas de la baba de bubotubérculo que se cosechaba en la zona sur de Gran Bretaña.
- ¿Te gusta la astronomía? ¿Quieres ver la luna a través de mi telescopio? – finalmente me aventuré a preguntarle. Era un poco extraño, era cierto, sobre todo tratándose de mí, invitar a alguien a quien apenas conocía en mis “ritos” secretos. Pero parecía confiable y algo dentro de mí, me seguía insistiendo que las cosas no tenían por qué salir terriblemente mal.
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Re: Expedición Astronómica {Libre]
Me puse a pensar un momento y caí en la cuenta de algo: No era en general que me pasara, sino que siempre ocurría que sorprendía o asustada a quien estuviera haciendo algo y yo hacía acto de presencia tan sigilosamente que cuando se distraían y me miraba, soltaban un pequeño grito o un salto. Lo mismo me hacía reír, pero eso dependía de la personas con quien estuviera. Eso, seguramente, había pasado con el chico Ravenclaw, yo era ya tan sigilosa -como costumbre ya o tal vez un mal hábito, no lo sabía con seguridad- que no me daba cuenta de que a veces las personas no me notaban. Aunque claro, eso era mucho mejor a ser el centro de atención de todos. Someterte a la presión de ser perfecto, siempre estar arreglado y no cometer ningún error no entraban en mi esquema de vida, Suficiente tenía ya con la presión de estudiar y sacar buenas notas, si fuese posible las mejores. Observé un momento y consideré que quizá él también fuera de esos chicos responsables que siempre estaban allí, y nadie les hacía caso hasta que llegaba el momento de los examenes. Una que otra vez, alguna chica de mi casa o incluso de otras, me pedían ayuda y luego me desvanecía de sus recuerdos y ni siquiera un saludo en los pasillos me daban.
Cuando escuché su presentación me hizo enarcar ambas cejas con algo de sorpresa y una sonrisa nada mal intencionada o burlona, surcó mis labios, por lo que veía Elliot no estaba acostumbrado a hacer amigos. Lo entendía perfectamente, tampoco es que yo fuera el ser más sociable de este planeta y también me daban ciertos ataques de pánico o ansiedad, al momento de conocer a alguien. Por segunda vez, comprendía lo que se sentía. A lo mejor, él y yo podíamos llegar a ser buenos amigos con el tiempo. No lo sabía con seguridad pero sería reconfortante. Se acercó, extendiendo la mano para que yo la estrechara; cosa que me apresuré a hacer pero hubo algo que me detuvo y fue él mismo, creo que se arrepintió de haberlo hecho y no estaba segura del porque. Tal vez no estaba acostumbrado a presentarse así, cada quién. Pestañeé un par de veces, escuchando lo que decía y no terminó la frase. Se notaba a leguas que era un chico reservado, cosa que me costaría trabajo conocerlo a fondo, pro yo era una persona perseverante y no me rendía con facilidad. Lo miré con cierta cara de incredulidad y de: "¿Acaso estás bromeando?", ya que para mí el cielo a pesar de no conocerlo mucho, me gustaba los elementos que tenía. Como las estrellas, el Sol y sobre todo la Luna. no comprendía porqué me gustaba tanto, seguramente por su forma, o como iluminaba el cielo nocturno. -Para nada, creo que encierra muchos misterios aún. No te diré que la astronomía me apasiona pero me llama la atención y es muy interesante.- respondí con franqueza, pues era absolutamente toda la verdad. -Yo soy más de las que les gusta ir a la Biblioteca a leer novelas o estudiar encantamientos, todo para mejorar y sacar buenas notas.- comenté, para complementar.
Los ojos se me iluminaron cuando dijo eso.- ¿Enserio? ¿Me dejarías ver? Oh, no sabes cuánto te lo agradecería.- farfullé con gran emoción, por lo que me acerqué un poco más a Elliot y miré el telescopio. A mi parecer estaba muy sofisticado y temía que si tocaba algo mal, lo rompiera y por ende que Elliot se molestara. Eso sí que no.- Emm... No deseo romper alguna de las valiosas piezas que constituyente el telescopio, así que trataré de no tocarlo mucho. ¿Está bien?- lo miré en busca de su aprobación, eso sí la alegría no se alejaba de mi rostro.
Cuando escuché su presentación me hizo enarcar ambas cejas con algo de sorpresa y una sonrisa nada mal intencionada o burlona, surcó mis labios, por lo que veía Elliot no estaba acostumbrado a hacer amigos. Lo entendía perfectamente, tampoco es que yo fuera el ser más sociable de este planeta y también me daban ciertos ataques de pánico o ansiedad, al momento de conocer a alguien. Por segunda vez, comprendía lo que se sentía. A lo mejor, él y yo podíamos llegar a ser buenos amigos con el tiempo. No lo sabía con seguridad pero sería reconfortante. Se acercó, extendiendo la mano para que yo la estrechara; cosa que me apresuré a hacer pero hubo algo que me detuvo y fue él mismo, creo que se arrepintió de haberlo hecho y no estaba segura del porque. Tal vez no estaba acostumbrado a presentarse así, cada quién. Pestañeé un par de veces, escuchando lo que decía y no terminó la frase. Se notaba a leguas que era un chico reservado, cosa que me costaría trabajo conocerlo a fondo, pro yo era una persona perseverante y no me rendía con facilidad. Lo miré con cierta cara de incredulidad y de: "¿Acaso estás bromeando?", ya que para mí el cielo a pesar de no conocerlo mucho, me gustaba los elementos que tenía. Como las estrellas, el Sol y sobre todo la Luna. no comprendía porqué me gustaba tanto, seguramente por su forma, o como iluminaba el cielo nocturno. -Para nada, creo que encierra muchos misterios aún. No te diré que la astronomía me apasiona pero me llama la atención y es muy interesante.- respondí con franqueza, pues era absolutamente toda la verdad. -Yo soy más de las que les gusta ir a la Biblioteca a leer novelas o estudiar encantamientos, todo para mejorar y sacar buenas notas.- comenté, para complementar.
Los ojos se me iluminaron cuando dijo eso.- ¿Enserio? ¿Me dejarías ver? Oh, no sabes cuánto te lo agradecería.- farfullé con gran emoción, por lo que me acerqué un poco más a Elliot y miré el telescopio. A mi parecer estaba muy sofisticado y temía que si tocaba algo mal, lo rompiera y por ende que Elliot se molestara. Eso sí que no.- Emm... No deseo romper alguna de las valiosas piezas que constituyente el telescopio, así que trataré de no tocarlo mucho. ¿Está bien?- lo miré en busca de su aprobación, eso sí la alegría no se alejaba de mi rostro.
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